Pues ya estamos de vuelta a la rutina y a la normalidad. A desayunar a horas habituales y a no hacer el vermutillo cada día.

En las vacaciones, ya se sabe… Nos dejamos llevar. No decimos a nada que no, nos volvemos más holgazanes en la cocina y picoteamos todo el día.

Que si:

– El desayuno buffet del hotel (hay alguien que no se vuelva loco el primer día?).

– El segundo desayuno a media mañana (para matar el gusanillo).

– El vermutillo (porque es verano y claro, quién va a decir que no a unas olivitas y unas chips).

– La comida (aquí nos comportamos y decimos que vamos a comer sano con una ensaladita -si lleva verde es ensalada por mucho queso y bacon que le echemos- y un pescadito a la plancha. El postre es otra cosa).

– La merienda, porque claro… Después de la siesta de 2h, uno se levanta con hambre.

– La cervecita antes de cenar, que suele ir acompañada por algo para picar.

– La cena… ligerita eso sí, que hay que dejar sitio para el postre y los gintonics de después.

Total, que al final, nos ponemos como nos ponemos.

Pues mis vacaciones no han sido para nada así a excepción de únicamente 4 días.

Me he levantado a horas intempestivas, he dormido menos que nunca, he comido (bien, eso sí) sentada en una silla de camping, he hecho pipí al lado de la rueda de un camión en medio de la nada y me he cambiado de modelito dos veces en 15 días.

Los que me seguís por Instagram habréis visto imágenes de mis vacaciones. Hemos estado haciendo una ruta por África, recorriendo Kenia, Tanzania y Zanzíbar. Como broche final, unos días en Estambul.

Han sido unas vacaciones de lujo, fantásticas e indescriptibles.

En el próximo post, os explicaré un poquito más pero por ahora, os dejo con este suquet de mejillones que preparé antes de irnos (siendo precavida y sabiendo que majares y buen vino no tendríamos demasiado en estas vacaciones).

El suquet es un plato sencillo, que preparaban los pescadores después de las jornadas de pesca con los restos que no habían podido vender en las lonjas. Es un plato muy rico, de esos de mojar pan y que acepta mil versiones.

En esta ocasión lo he preparado con mejillones, lo que hace que el plato en sí sea muy económico (e igualmente delicioso) y lo acompañamos de un vino fantástico: Merlot Rosé de Maset del Lleó. Un rosado pálido de esos que tanto me gustan a mi  y que se están poniendo tan de moda. Si no habéis tenido ocasión de probarlo, os lo recomiendo del todo.

Os dejo con la receta. Espero que os guste y que tengáis una feliz semana (e inicio de septiembre!).

 

______________

Ingredientes 2 personas: 

– 1kg de mejillones gallegos

– 2 patatas grandes

– 1 cebolla grande

– 4 dientes de ajo

– 2 tomates maduros

– 20 gr almendras

– 1 l caldo de pescado

– 1 copa de vino blanco seco

– Aceite de oliva, sal

– 1 hoja de laurel

– Perejil (un puñadito pequeño)

 

Elaboración:

Picar la cebolla y tres dientes de ajo enteros y dorar en una sartén con aceite de oliva. Cuando coja color, añadir la copa de vino y dejar que evapore. Rallar los tomates y añadirlos. Cocinar durante 5 min.

Pelar las patatas y cortarlas (que hagan clac) y ponerlas en la cazuela. Incorporar el caldo de pescado y dejar que cueza la patata. Hacer una picada con el ajo que queda, el perejil y las almendras. Incorporar.

Cuando la patata esté casi hecha, añadir los mejillones limpios y dejar que se hagan poco a poco hasta que estén abiertos y cocinados.

Espolvorear perejil por encima y servir (con pan)