La planificación de las vacaciones de este año empezó en abril: Puntos en común, listas de sitios donde ya habíamos estado, lista de lugares que nos gustaría visitar (una GRAN lista) y lugares donde si todo sale bien, los próximos años no podamos visitar…
En el número uno y teniendo en cuenta que este año nos podíamos permitir coger más días de los habituales, decidimos hacer una ruta por Australia y si daba tiempo (los sueños son gratis pero la casa pequeña), también por Nueva Zelanda.
Empezamos la investigación pero nos dimos cuenta que en Australia es ¡INVIERNO! Y claro, para dos lagartijas, imposible ir a pasar un mes de vacaciones a pasar frío.
Descartado. Dijimos adiós a los canguros y los koalas con el corazón encogido.
La segunda opción que cayó por casualidad en nuestras manos: África. Ni siquiera estaba como destino prioritario para ninguno de los dos. Claro que siempre habíamos pensado hacer un safari, pero nunca lo habíamos planteado seriamente.
Y así, sin quererlo estábamos plantados en un avión rumbo Nairobi, con una sonrisa de oreja a oreja, una maleta de 7kg y otra de 15kg llenitas de ropa de verano (y dos forros polares por aquello de si alguna noche refresca), sin una triste revista por las prisas y unos gusanillos en el estómago que no sé si eran de hambre o nervios.
Llegamos al alojamiento a las 5am y nos levantábamos a las 8am, con cara de sueño pero expectación después de pasar las pocas horas de sueño con medio ojo abierto por aquello de dormir con mosquiteras, lo que quiere decir que hay:
En fin, que a las 8.30 con el estómago llego después de un desayuno bastante rico en la casa colonial en la que dormimos y con un pantaloncito corto, camiseta y chaqueta fina porque estaba un poco nublado, empezó nuestra aventura.
Si tengo que destacar algo de viaje fue: ¡QUÉ FRÍO!
Pues sí, en agosto, en África hacer F-R-Í-O.
Yo que no quise ir a Australia porque era invierno se me olvidó que África también está en el hemisferio sur, que es invierno y que algunos de los parques está a una altitud importante.
No sé si más o menos frío que en Australia, lo que sé es que si hubiera tenido el plumón de invierno y unos leotardos de los gordos más el pantalón de sky, me lo hubiera puesto. Sin exagerar. En serio.
Total, que el forro polar que me puse en cuanto me dejaron acceder a la maleta, no me lo quité hasta que llegamos a Zanzíbar. Palabrita. Hay testigos.
A parte del frío, si tuviera que definir África por lo que vimos durante 16 días, fue “MAJESTUOSA”. Es impresionante.
Visitamos los primeros días Kenia con los ojos como platos y la boca abierta (castañeando, pero abierta).
El Masai Mara es impresionante. En estos momentos los animales han migrado hacia allí y a cada paso (cada 500m de jeep mejor dicho) te encuentras algo.
Vimos rinocerontes (en Ol Pejeta), elefantes (que me fascinaron), hipopótamos, guepardos, leones, leopardos, ñus, cebras, babuinos, cocodrilos… Increíble.
Desayunamos a orillas del río Mara, vimos el cruce del río de los ñus (sin incidentes por suerte de cocodrilos), pasó un hipopótamo a 200m nuestro mientras cenábamos, dormimos al lado de un elefante que dejó sus (grandes) regalitos para dar constancia, vimos a leones e hipopótamos copular (mucho, mucho. Aquí si estuvimos todos flipando), vimos cómo las leonas comían después de cazar…
Descansamos y nos bañamos en el Lago Victoria, pasamos de Kenia a Tanzania para disfrutar de las llanuras y las puestas de sol del Serengueti, conocimos a los maasais (que serán muchos masais pero la contabilidad la llevan al día), admiramos la vegetación del Ngorongoro e hicimos unas 2000 fotografías. (Cuando tuve que editarlas no me hizo tanta gracia).
Nos levantamos pronto, muy pronto (entre las 3am y las 5.30 cada día), comimos mucho y nos reímos a todas horas.
Tengo tantas imágenes grabadas que es imposible plasmarlas con palabras.
Estábamos tan alucinados que la frase del viaje fue: “¡Qué fuerte!”
Pero después de tanto tute, por fin tuvimos la libertad de levantarnos antes de que saliera el sol, aunque no lo hicimos ningún día porque teníamos los ojos como platos a las 6.30am… En fin. Pero aún y durmiendo poco, disfrutamos de playas paradisíacas, cocktails y más risas en la fantástica Zanzíbar. Un lugar idílico para disfrutar de los últimos días en África y prepararnos para la última parada: Estambul.
Allí, aunque por pocos días, pudimos ver el daño que han hecho los últimos atentados al turismo. En ningún momento tuvimos sensación de peligro o inseguridad pero ser de los pocos europeos que estaban por la ciudad de turismo era significativo.
En fin que han sido unas vacaciones de ensueño. Si tenéis pensado ir a África, no lo dudéis, vale totalmente la pena. Eso sí, aceptad el consejo: llevad ropa de abrigo.
¡Feliz semana!
Impresionante viaje Mónica, como excepcionales son las fotografías que nos enseñas (seguro que tienes cientos guardadas). Qué luz! De todas, me quedo con el retrato de la señora, tiene una mirada inquietantemente sabia.
Un abrazo!
Es una imagen preciosa. La señora me pidió que le hiciera una foto y si se la podía enviar. Hemos enviado al hotel donde estábamos las fotos impresas para que se las hagan llegar.
Ha sido un viaje impresionante. 🙂
Oh Mamma ÁFRICA que exuberante y salvaje !!! Pura Madre Naturaleza!!!! Tres jolie! Este invierno para Kenia Tanzania o Zanzíbar para allí ya está volando mi imaginación !!!! 😉 Me alegro que te haya fascinado su gente , paisaje , cultura y su Natura!!! Bien ya me contarás ! Un saudo saladiko front Mallorka! ~~~~/)~~~~