Dicen que los blogs están de capa caída. Que ahora, con las redes sociales, es más que suficiente para dar a conocer tu trabajo, hobbies e inquietudes.
Quizá tengan razón. De hecho, la tienen, no hay duda. Cada vez miramos menos blogs (y me incluyo) y estamos más pendientes de las actualizaciones de instagram, twitter y facebook (lo de snapchat y otras, creo que ya me queda grande y juvenil).
Antes recibía en mi correo todas las nuevas entradas de los blogs que seguía, me interesaba por los textos, las recetas y la fotografía. Hace un par de años, di de baja la mayoría de las suscripciones porque me atabalaba la cantidad de emails que recibía en el correo, lo que significaba «pendiente de leer-tareas pendientes-no estás al día», así que de un plumazo, lo eliminé todo. No sé qué pasó en ese momento que además, dejé de recibir las actualizaciones de los blogs que quería seguir recibiendo y leyendo (creo que de unos 200 pasé a 5-6). Pero como me di cuenta tarde, ni me molesté. Ahora entro cuando tengo tiempo, me apetece y sin obligaciones. No hay una alarma en el correo diciéndome: «Oye, estoy aquí. ¡Léeme!»
Desde que tomé esa decisión, vivo más tranquila. Y por otro lado, sigo estando al día pero a través de instagram. Veo lo que me interesa, leo lo que quiero y sigo disfrutando de mi hobbie sin quitarle tiempo a mi profesión, familia y a mi misma. Ya no hay alarma que me señale lo dejada que tengo la bandeja de entrada. Si entro, entro y si no, pues no. Si actualizo, bien y si no, tampoco pasa nada.
Pero dejar el blog, pues no. Como mínimo por ahora. La idea del blog empezó como recopilatorio de recetas y anécdotas del día a día por si en algún momento la memoria me fallaba.
De hecho, ya me falla y hay veces que recupero una receta, leo la entrada y a mi memoria vienen esos instantes que si no fuera por el blog hubieran quedado atrás sin pena ni gloria.
Para mi el blog tiene una parte romántica difícil de perder y de olvidar. Quizá en unos años, sea como las cartas de correo ordinario al email… Quien sabe.
El caso es que el blog seguirá, posiblemente con entradas más espaciadas en cuanto llegue el bebé a nuestras vidas (esperemos que en las próximas semanas y cruzamos los dedos para que todo vaya bien). Pero seguirá.
Por ahora, os dejo con un postre que me encanta: Higos con mató. Porque el olor y sabor de los higos me transporta a Galicia y a mis veranos allí, me recuerda a mi madre (auténtica fanática de los higos) y me dibuja siempre una sonrisa.
Mezclados con el mató (Pastoret es de los mejores) y un poco de miel casera, ya es pura delicia.
Espero que os guste.
¡Feliz semana!