Me siento un poco contrariada y saturada.
Esto de la maternidad, nadie dijo que fuera fácil pero desde luego tampoco que fuera un sentimiento bipolar y tan tan exigente.
Parece que ahora está en auge (no creo que sea una moda, por suerte), esto de la maternidad consciente, la eduación positiva, la crianza respetuosa y la alimentación super saludable y demás.
Está claro que nadie quiere nada malo para sus hijos (a no ser que seas un enfermo) y que nunca harías nada que los perjudicara pero tanto atabalamiento de super madres y padres que todo lo hacen bien y que acompañan a sus hijos en las rabietas, que ven en ellas una oportunidad para conocerlos y acercarse, que nunca le dan azúcar ni procesados, que siempre tienen tiempo para ellos, que no les dejan ver pantallas, que siempre tienen una sonrisa y nunca pierden los nervios, que no los llevan a guarderías porque están mejor con ellos en casa… Pues eso, atabalamiento y más presión todavía para las madres y padres que hacemos lo que podemos.
Perdónenme super papás y mamás motivados pero soy una madre imperfecta. Yo pierdo la paciencia con las rabietas sin venir a cuento al final del día o nada más levantarnos, a veces se me escapa algún que otro bufido, pongo dibujos mientras tengo que trabajar, baño al otro niño o simplemente necesito un rato de desconexión, a veces comemos pizza y galletas y por supuesto, celebramos los cumpleaños con un pastel de chocolate y azúcar.
Muchas veces pongo los ojos en blanco cuando tengo que repetir las cosas diez veces, chillo cuando recibo un mordisco-pellizco-tirón de cabello, me enfado cuando la comida vuela voluntariamente y el agua chorrea por la mesa detrás de una sonrisa, chantajeo con no habrá postre si no comes más brocoli y a principio de septiembre necesito que empiece ya el cole.
En todos y cada uno de esos momentos adoro y quiero a mis hijos pero especialmente, los quiero todavía más cuando están dormidos con caritas de ángeles y yo estoy tomándome una copa de vino viendo una serie. En silencio.
Así es mi vida de madre imperfecta.
Hacemos lo que buenamente podemos, no nos deis la tabarra con tanta positividad y madres perfectas, porque sinceramente, creo que nadie lo es.
De hecho, lo estoy haciendo mejor de lo que me pensaba. Ole yo.
Y para celebrarlo, un banana bread que hace tiempo se puso tan de moda. Y es que como madre imperfecta, hay veces que los plátanos se me ponen demasiado maduros y ésta es una buena forma de aprovecharlos.
Aquí va la receta. Espero que os guste.
¡Feliz semana!
Ingredientes:
Elaboración
Pelar los plátanos y chafarlos con un tenedor hasta que quede una masa (puedes triturarlos con un robot). Reservar.
Precalentar el horno a 180º.
Mezclar bien con la ayuda de un robot de cocina la harina, la mantequilla a temperatura ambiente, los huevos, la levadura, la canela y el clavo. Añadir los plátanos y mezclar de nuevo.
Incorporar el chocolate y las nueces y mezclar manualmente solamente para integrar.
Engrasar un molde de cake y poner la mezcla en él. Si quieres puedes poner medio plátano partido por la mitad encima a modo de decoración.
Introducir en el horno cubierto con papel de horno durante 1h. Pasado este tiempo dejar durante 15minutos más sin el papel de horno encima. Pinchamos con un cuchillo o palo de brocheta para ver si sale limpio. En ese caso, ya estará y sacaremos del horno. Si no, dejaremos cocinar un poco más.
Dejamos reposar hasta que enfríe y después desmoldamos.
Claro que sí, en la imperfección está la perfección. Estás dando la mejor versión de ti misma y eso es lo más importante y tus hijos te escojerán siempre. No lo haces tú con tu madre? Y ella tampoco fue perfecta.
Esta receta de banana bread me ha dejado fascinada, no pensaba que me iba a gustar tanto. Muchísimas gracias por la información.