Llegaste un tres de enero hace poco más de ocho años y pensaba que tenías más parecido a una oveja que a un perro, lo que ya nos indicaba que eras un glotón y tenías las prioridades bien claras.
Después de un merecido baño te quedaste dormido encima de mi. Era tu lugar favorito. Zapatillas de andar por casa y cuerpos que te dieran calor. No lloraste esa noche, ni la siguiente, ni las posteriores, así que pensé que serías mudo. Pero al mes, cuando viste tu comida en riesgo por un peludo como tú al otro lado del cristal, diste buena cuenta de tus cuerdas vocales y le ladraste hasta que viste que ese intruso hacía lo mismo que tú y lo más seguro es que fueras tú.
Día a día te fuiste haciendo todo un perro adulto aunque de mentalidad seguías siendo un cachorro. Recuerdo las carreras que te pegabas con Spot, el perro del vecino, las llamadas de atención robando zapatillas, tirando tus juguetes a la piscina y ladrando para que después lo recogiéramos, recuerdo los hoyos en la arena y el día que cogiste una rata muerta de la riera de la playa y la llevas corriendo hasta casa con todos detrás tuyo corriendo.
Recuerdo los baños con la manguera, (que odiabas), los paseos cabezotas que sólo podían ser por donde tú querías, los mimos que buscabas constantemente y cómo dejabas mis plantas aromáticas cuando te diste cuenta que era el lugar más fresquito donde hacer hoyos y estirarte en verano.
Recuerdo cuando fuimos a Galicia y hasta 4 años más tarde no quisiste volver a subir a un coche. Recuerdo como disfrutabas yendo detrás del conejo y tu abuela humana recuerda perfectamente como quedaron las lechugas y las hortensias después de tu paso.
Eras tan cabezota que empezaste a dormir en el jardín, pasaste a la cocina, al piso de las habitaciones y posteriormente en mi misma habitación. El último mes hasta te permitimos que subieras al sofá y aunque ocuparas gran parte del espacio, nos sacabas una sonrisa.
No olvidaré nunca la noche de Sant Joan del 2013. Acabábamos de mudarnos y nos pegamos una noche memorable de lloros. Tú por los petardos y yo por los cambios.
Te debo haber salido de casa en los momentos más bajos, donde sólo me apetecía quedarme en la cama. Gracias a ti conocí a nuevas personas y grandes amigos ahora. Me dio el aire, aprendí a dar las gracias por las pequeñas cosas, a sentir la tierra bajo mis pies y a disfrutar de cada paseo. Has sido esencial en todos estos años, pero esta etapa… Nunca podrá agradecértelo suficiente.
Menudo susto me diste el día que te perdiste. En vez de hacer el recorrido habitual decidiste innovar y hacer un quiebro en el camino, seguramente motivado por algún olorcillo deseable. Alrededor de una hora estuve buscándote sin darme opción a llorar porque no podía perder el tiempo derramando lágrimas. Medio barrio buscándote por todas partes hasta que dieron contigo, jugando con las bolas de petanca y los abuelos, más feliz que una perdiz.
He intentado devolverte día a día todo lo bueno que me has dado. He intentado darte una buena vida y anteponerte a todo. He intentado cuidarte y mimarte cada día.
Confieso que cuando habías sido un glotón y te habías comido a saber qué porquería que habías encontrado y después de dolía la barriga cada dos horas de madrugada, mucha gracia no me hacía, la verdad. Pero ponías esa cara de malito y de pena que no podía hacer otra cosa que quedarme contigo estirada y esperar a que pasara, dándote masajes en la panchulina gordinflona y dolorida.
En diciembre nos dieron la peor de las noticias. El cáncer de huesos se había instalado en tu pata anterior izquierda y el pronóstico no era bueno. El tratamiento pasaba por amputarte la pata y empezar sesiones de quimioterapia. No sé si fue la decisión acertada, pero no quise hacerte pasar por una amputación. Así que decidimos darte todos los mimos, cuidados y atenciones del mundo junto con un cóctel molotov de medicamentos para que sufrieras lo mínimo posible.
Nos regalaste un mes. Un mes de alegrías, de subidón, de saltitos al vernos, de mimos, de caprichos, de siestas juntos y de AMOR. No puedo estarte más agradecida por ello.
Pero el maldito cáncer siguió su curso y pasó a la pata posterior izquierda. Tu estabilidad flaqueaba y en ocasiones perdías el equilibrio. Me rompía el alma verte así y ver que el dolor iría a más. Así que con todo el sufrimiento de mi corazón te dijimos adiós.
Dicen que no fui egoísta al tomar esa decisión. Pero lo fui. Tenía el corazón roto al verte sufrir aunque fuera en momentos puntuales. No podía soportar verte empeorando.
Te estiraste sobre mi en el coche como cuando eras cachorro, me estiré después yo a tu lado cuando entraste en un sueño profundo y cuando te fuiste dejaste un vacío en mi corazón.
Echo de menos llegar a casa y que no vengas corriendo con cara de dormido, echo de menos tus ronquiditos nocturnos, echo de menos tus bostezos por la mañana, echo de menos los paseos matutinos y los vespertinos, echo de menos que me despiertes cuando tenías miedo por el viento, echo de menos tus chapoteos en los charcos, echo de menos tus pelos por todas partes, echo de menos tenerte al lado mientras cocino… Te echo de menos cada minuto que no estás conmigo.
Espero que allí donde estés, sigas a mi lado.
T’estimo tant petit…
No, no fuístes egoísta.
Querer es dejar marchar.
Siempre lo recordarás, cómo olvidarlos?
Cuesta cambiar de hábitos, son muchos años en que la vida gira alrededor de ellos, en nuestro caso 15 años, compañero inseparable de mis hijos, tres cachorros, que se criaron juntos, compañeros de juegos y de fechorías, Muk era el que las hacia más gordas ja ja ja.
Y si, se echa de menos abrir la puerta y no verlo, pasar el cepillo y no recoger esa bola gigante de pelos, ir a dormir y ver que él no te sigue con su cojín para acurrucarse junto a mi en su rincón, cocinar y no tener al lado el aspirador, era rápido cuando caía algo al suelo ja ja ja, a veces hasta hacía ver que se me caía algo por verlo relamerse con esa cara de felicidad por haber sido más rápido que yo.
Tiempo, el tiempo hace más fácil las cosas pero siempre hay algo que nos lo recuerda durante el día.
Imposible olvidarlos
ánims bonica.
Gràcies Neus. Se el que vas passar amb el Muk… És molt dur però poc a poc em faré a la idea i aniré superant aquests petits detalls, però sempre estarà al meu cor.
Un petó molt gran maca.
Aceptar dejarlos marchar es una prueba de amor para ellos y no de egoísmo, seguro que esté donde esté sigue siendo un glotón y te ve cuando entras en casa por la noche. Sigue pisando lechugas y hortensias, y sueña recordando todos los buenos momentos que pasasteis juntos…
Besos y muchos ánimos!
Palmira
Ay Palmira, duele tanto… Un abrazo enorme
Hola, te entiendo porque pase por esto hace poco tiempo!
Que tengas muchas fuerzas y paz, el se queda bien,
Audeni
São Paulo, Brazil
Muchísimas gracias Audeni. Me consuela pensar que él está bien.
Besos
Hola! Solo los que tenemos o hemos tenido la gran oportunidad de amar a un perro, sabemos como te sientes. Te sigo desde hace mucho tiempo y es curioso, pero nunca te deje un comentario, pero hoy no he podido evitarlo. Me emocione… Mi Lola ya tiene 8 años y no me puedo imaginar mi vida sin ella, que afortunados somos de recibir tanto de ellos. Te envío un abrazo enorme, muchos ánimos y decirte que sigas regalándonos tantos post increíbles.
Muchísimas gracias Alba, por el comentario y por tus palabras emotivas. Disfruta muchísimo de Lola.
Un abrazo enorme!
Los que hemos tenido un miembro perruno en nuestra familia sabemos bien lo que duele perder a un compañero que te da ese amor incondicional día tras día. Animo y tomaste una buena decisión. Yo habría hecho lo mismo.
Muchas gracias por tus palabras Irina.
Mónica querida,
TE ENTIENDO TANTO… en mi vida ya larga he tenido cuatro perros, tres con su historia de abandono detrás antes de llegar a casa y al poquísimo tiempo sabían que estaban en SU casa y que iban a ser amados y nosotros sabiendo que nos darían mas que todo lo que les diéramos a ellos.
Tres de ellos ya muy mayores y con enfermedades inevitables, hubo obligadamente que decidir ayudarles a marcharse, como has hecho tu y bien hecho. Abrazados mientras serenamente se dormían y se acababa su sufrir. Igual de dignamente que habían vivido. Acompañados de cariño hasta su último minuto… después de darme tanto…
Hace tiempo escuché una historia hindú que endulza mi avance en el recuerdo: cuenta que cuando llegas al «cielo» los primeros que salen a recibirte y a acompañarte son ellos. En estos caso tu/tus perros, a darte la bienvenida y a re-encontrarse contigo.
Mientras tanto sonrío mirando sus fotos y recordando tantos momentos preciosos.
Abrazo y ánimo!
María, muchísimas gracias. Le recuerdo a cada minuto y me alegra ver sus fotos y vídeos, así le recuerdo tal y como era.
Me ha gustado leerte y la historia hindú. Espero que así sea y vengan a saludarme con Buck a la cabeza.
Un abrazo enorme
Con lágrimas en los ojos, sólo puedo decir que mientras lo recordemos, seguirá contigo y con todos los que lo hemos conocido y disfrutado.
Un fortísimo abrazo Mónica
A cada minuto…
Muchos ánimos Mònica, me ha emocionado leerte y recordar a Buck. Precioso Buck. Habéis sido muy afortunados de haber estado juntos todos éstos años. Recordarlo y quererlo en la distancia. Un fuerte abrazo.
Gracias Olga. He sido muy feliz a su lado y espero que él al mío.
Besos
Hola Mònica, mai he comentat res tot i que he disfrutat sempre molt llegin-te. El teu Buck era de la nostre família per tots els teus simpàtics comentaris. Dormir-los es molt dur per nosaltres, se el que estàs passant però, mai mai l’oblidaràs.
Acabo d’arribar a casa després d’una intervenció quirúrgica que m’ha separat cinc dies del meu westy que ja camina cap als onze anys, potser per tot això, estic mes tobeta i emocionada. Recorda sempre els bons moments que has viscut amb ell i molta força per anar superant aquesta pèrdua. Has fet el millor per ell. Una abraçada
Moltes gràcies Montse. El trobo a faltar cada dia a cada minut però sóc feliç pensant que allà on estigui sempre estarà al meu costat.
Gràcies per les teves paraules. Espero que et recuperis aviat.
Una abraçada