Pues ya estamos de vuelta a la rutina y a la normalidad. A desayunar a horas habituales y a no hacer el vermutillo cada día.
En las vacaciones, ya se sabe... Nos dejamos llevar. No decimos a nada que no, nos volvemos más holgazanes en la cocina y picoteamos todo el día.
Que si:
- El desayuno buffet del hotel (hay alguien que no se vuelva loco el primer día?).
- El segundo desayuno a media mañana (para matar el gusanillo).
- El vermutillo (porque es verano y claro, quién va a decir que no a unas olivitas y unas chips).
- La comida (aquí nos comportamos y decimos que vamos a comer sano con una ensaladita -si lleva verde es ensalada por mucho queso y bacon que le echemos- y un pescadito a la plancha. El postre es otra cosa).
- La merienda, porque claro... Después de la siesta de 2h, uno se levanta con hambre.
- La cervecita antes de cenar, que suele ir acompañada por algo para picar.
- La cena... ligerita eso sí, que hay que dejar sitio para el postre y los gintonics de después.
Total, que al final, nos ponemos como nos ponemos.
Pues mis vacaciones no han sido para nada así