El destino tiene esas cosas...
Cuando no tienes planes más que sacar al pirrucho y trabajar te encuentras como una rosa.
Cuando tienes la agenda llena de cositas divertidas donde hacer vida social y pasártelo pipa, te constipas, te viene el bajón y desearías enroscarte en el edredón cual oso hibernando y dejar pasar así los días hasta que tu nariz no tengan ningún parecido a la de Rudolf y tu piel no duela.
Porque a mi, cuando estoy enferma, me duele la piel y las encías. No sé si es que soy rara o a alguien también le pasa. ¿A alguien más le pasa?
Es que me molesta hasta el albornoz, oye.
Bueno, volviendo a lo malita que estoy y lo poco que me quejo (ejem), ya me estoy viendo en todos eventos que me apetecen un montón (o me apetecían antes de tener como mejor amigo el pañuelo y el Frenadol), con la cámara en una mano y el kleenex en la otra.
Me podría quedar en casa, sí, pero me niego. He