Cada vez que entro en blogs internacionales, ojeo libros de cocina y miro Instagram, estoy a punto de entrar en depresión.
Parece que fuera de nuestras fronteras todo el mundo tiene casas de ensueño, cocinas que parecen sacadas de una revista y donde parece que nadie haya cocinado nunca, un jardín que es la envidia de Versalles y una familia que ríete tú de Brad y Angelina. Niños guapos, sonrientes, que comen de todo, que nunca tienen una pataleta y que adoran a sus padres y al golden retriever que duerme a sus pies cual angelito.
Lo único que tengo yo en común es el golden retriever, pero eso sí, con sus babas y pelos.
Decidme que Giada de Laurentis es real. Y que come lo que cocina.
Hace unas semanas Essena O'Neill denunciaba a través de su cuenta de Instagram que la vida real no era la que había estado colgando en la red social. Días después ha eliminado su cuenta, así que no podéis ver sus actualizaciones de fotos antiguas donde reconocía en muchas ocasiones que la pose tan natural y fresca era obra de horas de maquillaje, de pasar frío y