Lo bueno de ir en barco, en velerito exactamente (no en hoteles flotantes) es que ves la costa, la brisa te acompaña durante el trayecto, descubres rincones que de otra forma serían desconocidos, ves atardeceres increíbles y te lo pasas en grande siempre que el tiempo y el mar acompañe y no le de por ponerse de mala leche y vivas la Tormenta Perfecta.
Pero no todo es romanticismo a bordo del Titanic en minúscula.
Los pelos se te ponen de bruja en cuando pisas la popa. Es automático. Vas hecha unos zorros con una maraña de pelos a lo loco que no se dejan domar más que dos minutos al día, en cuanto sales de la ducha y te acabas el suavizante en dos minutos.
Te sientes como en la cuerda floja durante todo el día, haciendo peripecias para no darte de morros (o caer al agua) cada vez que das un paso. Eso sí que es vivir al límite. Creo que dos días más y el Circo Raluy ya me podría contratar como funambulista.
Cocinar, es algo más complicado que de forma habitual. Tienes que lidiar con los utensilios que te encuentres, con una nevera diminuta que no tiene altura pero sí profundidad (que acaba llenándose de agua casi siempre) y además cocinas haciendo equilibrios. Menos mal que los fogones basculan y la comida no acaba en tus pies (aunque muchas veces, poco le falta…).
Y el baño… Sí, el baño. Vamos a hablar de esto también.
Llamadme caprichosa, pero yo soy así: apegada a mi baño. Con espacio para mis piernas y mi cabeza (y no solamente una de ellas), donde poder darme la vuelta sobre mí misma y no tropezar con todo, con una taza que no es para liliputienses y con su intimidad. Sí, porque puede ser muy romántico ir en barco, pero el momento baño, es mejor olvidarlo.
Es como cuando las madres, evitan dar a las no madres información relevante sobre el parto. ¿Para qué quitarle parte del encanto? Pues lo mismo. ¿Para qué romper el romanticismo de un viaje en velero explicando esos pequeños detalles? Así, que no voy a entrar en más detalles. Simplemente deciros que si sois muy aprensivos y comodones, no vayáis en velero.
Y así, entre chapoteos, calas fantásticas, atardeceres, paellas, muchas risas y gintonics a la luz de la luna he despedido al verano como se merecía. Tenía la espinita clavada porque este verano se me ha hecho demasiado corto, pero ahora ya estoy en paz con él y doy la bienvenida al otoño con los brazos abiertos.
Para celebrarlo, una receta que probé en FilBurg y he versionado a mi manera y está igual de rica.
Patatas rellenas de queso azul y con un crujiente de jamón serrano por encima. A mi me encantaron, si las hacéis ya me diréis!
Espero que os guste.
¡Feliz semana!
Ingredientes:
– Patatas pequeñas.
– 150 gr de queso azul.
– 200 gr nata para cocinar.
– 4 lonchas de jamón serrano.
– Ramita de tomillo.
Elaboración.
Poner una olla con agua a hervir.
Lavar las patatas y ponerlas en el agua todavía templada. Dejar hervir durante 20min o el tiempo necesario hasta que queden cocidas.
Retirar y dejar reposar hasta que se puedan manipular.
Mientras, ir preparando la crema de queso azul poniendo en un cazo el queso desmenuzado. Cuando empiece a deshacerse, añadir la nata y cocina a fuego suave sin que llegue a hervir hasta que el queso esté deshecho.
Hacemos el crujiente de jamón poniendo una loncha en medio de un papel absorbente de cocina. Lo metemos en el micro durante 1min. Lo sacamos y volvemos a repetir la operación hasta que lo hagamos con todas las lonchas.
Hacer un corte longitudinal en la parte inferior para que la patata pueda aguantarse sola y hacer otro en la parte de arriba un poco más grande de forma que se pueda vaciar sin problema.
Con la ayuda de un sacabolas o una cucharilla de café, vaciar un poco la patata. Rellenar con la crema de queso azul y espolvorear con el jamón crujiente.
Decorar con unas hojitas de tomillo y servir todavía caliente.
Si se han enfriado, puedes ponerlas en el horno unos minutos.
jajaja Hace unos meses fuimos a un menú degustación en un mini velero, 13 platos y 6 postres preparados en el mismo velero, sin cocina y sin baño, una performance fantástica :o)
las patatas rellenas me chiflan y rechiflan así que me llevo un par para la cena !
Besos,
Palmira
A mí me encantan las patatas en todas sus versiones y debo decir que combinan muy bien con todo. Además estos días tengo un queso de cabra de huntar artesano – con cebollino, ajo y perejil- que me han regalado que le puede quedar genial a las patatas. Habrá que probarlo!
Feliz semana!